Jhabua, 24 de enero de 2011

Pienso en cada momento cuán feliz me hace saber que he tomado la decisión correcta. Desde que tengo uso de razón he querido vivir una experiencia así: recuerdo, cómo el primer año después de haber comenzado mi Tesis Doctoral intenté contactar con algunas ONG-s para durante mis vacaciones estivales ofrecer lo mejor de mí en algún país en vías de desarrollo. Tal y como me dijeron entonces, pocas ONG-s aceptarían mi ayuda de ser sólo para un mes. Fue entonces cuando decidí definitivamente posponer la experiencia hasta completar mi Tesis.

Me siento realmente afortunada aún en estos días pues en el año 2006 en Gobierno Vasco me concedió una beca para ir a Minneapolis (EEUU) para realizar un curso de identificación, aislamiento, caracterización y expansión de un tipo de célula de la médula ósea de ratones; fue allí cuando primeramente contacté con esta India maravillosa aún sin tocarla. Preferí convivir con una familia local en vez de hospedarme en un hotel. Así es como tuve la ocasión de conocer a la persona más interesante que he conocido en mi vida: Nancy Ramer, una señora mayor muy religiosa de origen escocés. Ya al día siguiente de llegar recuerdo cómo me empezó a contar que tras haber estudiado enfermería, atendió a muchos heridos en la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra, y después recibió una “llamada de Dios” requiriendo de su ayuda: su ayuda era necesitada en un país lejano. Ella pensó que sería destinada a Manchuria, pero finalmente, y muy a su pesar, fue destinada a Sangli, cerca de Pune, Maharashtra, India. Estaba convencida de que la odiarían pues India recientemente había conseguido la independencia de Inglaterra. Fijó sus condiciones remarcando que bajo ningún concepto residiría más de dos años en India.

Pero Nancy –más conocida como Adji que significa “abuela” en Marathi- había también prometido algo más: nunca se casaría. Sin embargo, al poco de tomar el primer contacto con el país, conoció al hombre de su vida con el que pocos años después contraería matrimonio: un ingeniero americano también destinado a India. Así, además de romper su promesa de mantenerse soltera, también ignoró sus condiciones iniciales de que no residiría en este país por más de dos años, pues ella residió 37 años en este país dando a luz a cuatro criaturas. Ha sido ella quien me ha traído aquí con sus cuentos relatados hace casi 5 años llenos de magia.

En el año 2010, viendo ya el final de mi Tesis Doctoral, comencé a ponerme en contacto con distintas organizaciones que ejercen su trabajo en India a través de mis amigos de Minneapolis. Primeramente me puse en contacto con una ONG recién nacida denominada Help Kids India ubicada en la ciudad de Kodaikanal, Tamil Nadu. Sin embargo, estando yo completamente adentrada en mi Tesis que cada día se retrasaba más, estos contactos iniciales no dieron su fruto. Un poco después contacté con una fundación española denominada Asha-Kiran y me presté a moverme a su casa de acogida para niños semi-huérfanos o huérfanos ubicada en Pune, Maharashtra. Sin embargo, debido al retraso de la defensa de mi Tesis, perdí la oportunidad de venir a trabajar con ellos pues ya no encajaba en sus planes.  Mis esperanzas se desvanecían a una semana de defender la Tesis.

El día de la defensa de la Tesis Doctoral, el 7 de octubre del 2010, un miembro del tribunal de la misma, Luis Rodríguez-Borlado, tras haberle expuesto lo sucedido, me hizo saber que una amiga suya estaba trabajando en India con una organización, y si deseaba, me podía poner en contacto con ella. Pensé que no sería necesario, pues prefería contactar con alguna organización vasca o española simplemente por tener la ocasión de conocerla mejor antes de adentrarme en esta experiencia. Sin embargo, tras contactar con muchas personas de distinta índole y diversas profesiones, me dí cuenta que mis esfuerzos estaban siendo banales. A punto de tirar la toalla, y con pocas esperanzas, contacté con Luis para preguntarle si podía ponerme en contacto con su amiga en India. Dudaba de si podría estar forzando la fuerza del sino que no me quería en India, y si por ello mi experiencia podría no ser positiva.

Aun así, el 9 de noviembre, escribí mi primer e-mail con pocas esperanzas de que nada fuese a salir bien. Aunque la conozca muy poco, puedo asegurar que Valeria de Azcoitia es una persona excepcional con muy buena voluntad y sensible, pues enseguida se puso en mi lugar y destinó toda su voluntad a ayudarme a cumplir uno se los sueños más grandes de mi vida. Ubicada en Mysore, me habló de su posibilidad de entregar mi Curriculum Vitae a una persona que trabajaba para Real Medicine Foundation (RMF). Siendo conocedora que los procesos en este país toman mucho tiempo, y habiéndose disminuido mis esperanzas por completo, para mi sorpresa y felicidad, en seguida Dheepa Rajan, la coordinadora de proyectos de RMF se puso en contacto conmigo mostrando su interés en tenerme en Jhabua, Madhya Pradesh. ¡Qué felicidad!

Desde entonces he de decir que todo ha ido sobre ruedas. En seguida percibí la profesionalidad de la organización, y sinceramente ahora que la conozco de más cerca, he de decir que no estaba equivocada.

Tras obtener el visado que me permite estar en el país 6 meses, el día 12 de enero del 2011 tomé el avión que me llevaría a Bruselas para después allí tomar otro que aterrizaría en Delhi. Aunque un poco inquieta, he de reconocer que el viaje lo realicé muy tranquila. Llegué a Delhi como a las 22:30 de la noche, y allí esperé a Jaimie Shaff, una chica de corta edad pero madura, que desempeña un puesto de Gerente de Programas de Salud y Nutrición en la fundación.

Al día siguiente, tras pocas horas de sueño y aún cansada y después de encontrarnos encontrado con Caitlin McQuilling, la Directora de Programas de RMF en India, nos pusimos camino a una reunión. Era la primera vez que veía los alrededores de India de día. Camino a la reunión, recuerdo cómo me fijaba en todo, pero en el camino de ida puedo decir que nada llamó especialmente mi atención excepto unas cuantas vacas comiendo basura y mucha gente caminando aparentemente sin rumbo. Pero fue a la vuelta de la reunión cuando viví uno de los peores momentos, si no el peor, de los vividos hasta ahora: de repente dos golpes secos sonaron en una de las ventanas traseras. Cuando miré se me encogió el corazón: eran dos niños, dos angelitos, uno de unos 6 años, el otro de alrededor de año y medio, pidiendo; el más pequeño estaba desnudo de cintura para abajo, y ambos estaban mugrientos, Caitling abrió la ventana y extendiendo su brazo, les dio chikee que compramos antes de la reunión. Con sus tiernas sonrisas se retiraron mirando una y otra vez lo que les habíamos ofrecido. Puedo decir que este fue el peor momento de los que he vivido en India. Supongo que el cansancio, el nerviosismo… todo tendría que ver, pero no pudiendo contener mis lágrimas les indiqué a Caitling y Jaimie que no se preocuparan por verme llorar, que ese había sido mi primer shock en India. Entonces dudé de mi misma, dudé de mi capacidad para residir en este país, apasionante pero duro al mismo tiempo. Pensé incluso en la posibilidad de tener que abandonarlo antes de lo previsto.

Han pasado ya casi 15 días desde entonces, y puedo decir que ni en un único momento he deseado regresar a mi país aunque he de reconocer que hay varias cosas que echo de menos. Este país creo que me está enamorando poco a poco. Si he de elegir una única cosa, elegiría a su GENTE. He estado en contacto con gente nativa tribal, paupérrima a nivel económico, pero la más rica del mundo a otros muchos niveles. Estoy viviendo algo que no era capaz de imaginar antes de pisar estas tierras. Ellos son la gente más entrañable que jamás he conocido, niños, adultos, y ancianos, los cuales sin tener nada te brindan todo.

He tenido también la suerte de conocer una escuela de cerca. Me encanta sentarme allí y observar, ¡ y es que es todo tan diferente de nuestra cultura occidental! Sus estudiantes, sobre todo los menores, me han robado el corazón. Qué ternura! En este remoto lugar de la Tierra no he conocido envidias, perezas, celos, no hasta hoy al menos. ¡Estas gentes son todo un ejemplo a seguir!

Estoy deseando empezar a trabajar duro, pues debido a que el tiempo que tengo es escaso, no me gustaría abandonar el país sin haber contribuido a la mejora de algo o alguien, por leve e insignificante que sea. He venido aquí a dar lo mejor de mí, a mi manera o a la suya, cueste lo que cueste, pues ellos lo merecen. Y sinceramente creo que, sin bien no puedo ofrecer un testimonio fehaciente aún, la organización para la que trabajo hará todo lo posible para que este sueño tan añejo se haga realidad, pues el entusiasmo, el buen hacer y el ímpetu de sus miembros son infinitos.

Naiara Tejados

Voluntaria de Real Medicine Foundation

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