Naiara Tejados

Jhabua, 23 de marzo de 2011

Aún recuerdo vívidamente aquellos días, lejanos según la concepción del tiempo en este país, presentes desde otros muchos puntos de vista.


photo: Naiaria con Anandini

Tras dos días en estado de shock sin poder dormir ni comer después de hallar a Gila (una niña de 5 añitos con meningitis tuberculosa e hidrocefalia) en su casa, el día 27 de enero, recibí aquella llamada de Caitlin para informarme que la pobre criatura había fallecido a pesar de todos los esfuerzos realizados por los médicos en Ahmedabad. Sinceramente he de reconocer que sentí como un ligero alivio, pues creo que de haber sobrevivido su calidad de vida no hubiese sido la merecida por una niña de tan corta edad debido a sus múltiples secuelas. El hallazgo de Gila al igual que su final han sido relatados en este blog por Caitlin.

Era obvio que algún miembro de su familia habría transmitido la fatal bacteria de la tuberculosis a Gila. Así, tras interrogar y observar, no fue difícil identificar al enfermo más crítico de la familia: el abuelo paterno, el patriarca del hogar, que desde hacía tiempo estaba también en cama, los últimos días con fiebre y sangrando cuando escupía. Mi mayor miedo era la posible transmisión de la bacteria a los otros 5 niños presentes en el hogar.


photo: Anandini

Después de dos días sumergidos en el hospital supimos que, si bien claramente el abuelo parecía padecer de tuberculosis, casi todos los miembros de la familia estaban anémicos. Con la ayuda de nuestra trabajadora nativa estelar llamada Sumitra, les pregunté en qué se basaba su dieta. Pocas palabras me hicieron falta para saber que las condiciones en las que vivía la familia eran lamentables: tenían unos terrenos con dhal, una lenteja muy típica en India, poseían unos pocos cultivos con guisantes, y tenían maíz con el cual hacían harina para poder así cocinar roti, tortas de pan. No tenían nada más. Fue un gran placer suministrar a la familia alimentos y otros artículos de uso cotidiano que ellos mismos no podrían adquirir. Era obvio que la familia había empleado todos sus ahorros en el tratamiento de Gila y estaba ahora arruinada…

El segundo día, a las dos horas de entregarles en su casa, ya muy tarde, recibí una llamada de Sumitra diciéndome que la madre de Gila, la cual se encontraba en su fase final del embarazo, había empezado a sentir los dolores de parto. ¡Una nueva vida estaba de camino! A la mañana siguiente, impaciente, me desplacé al hospital para conocer a la criatura, cuando, para mi sorpresa, supe que Dhana aún no había dado a luz. Una enfermera nos advirtió que Dhana tenía una gran anemia y su vida corría peligro. ¡No me lo podía creer! Pensaba una y otra vez lo injusta que estaba siendo la vida con esta familia. Por supuesto en este hospital no había banco de sangre. De repente, un montón de ideas invadieron mi mente: ¿cuál era el grupo sanguíneo de Dhana?, ¿podría yo donar mi sangre? Bajo las direcciones de Jaimie, rogué al personal que analizara su tipo de sangre; me comunicaron que eso no era posible en ese hospital.


photo: Chhatra trabajandon para RMF

No nos quedaba otra opción que ir a buscar ayuda al hospital privado dirigido por cristianos situado en el mismo pueblo, el mismo que apenas 2 semanas antes había robado la vida a Gila no proporcionándole los medicamentos necesarios por la imposibilidad de pagarlos por sus padres. Tal vez podríamos valernos de este hospital en este caso para salvar la vida de su madre y de su hermanito/a… Pedimos permiso a la matrona para trasladarla a dicho hospital, en el cual pensábamos todo podía ir mejor bajo nuestra supervisión; la matrona y las enfermeras nos comunicaron que el bebé nacería en el vehículo si lo hacíamos. No había tiempo para nada, sólo quedaba esperar.

De repente, entre el barullo del hospital, escuchamos el llanto de un bebé neonato. No podía ser otro que el del/la hermano/a de Gila. Aprovechando que una enfermera salía del paritorio, me abalancé sobre ella para preguntarle si era el llanto que estábamos esperando. Asintió, y nos hizo entender que todo había ido bien, tanto la madre como la hija estaban bien, y no había necesidad de hacer una transfusión de sangre a la madre. ¡Había sido una niña! No pude contener mis lágrimas de alegría. Fue inevitable pensar en la reencarnación, tan presente en las vidas de estas gentes. ¿Cómo la llamarían?

Para mi sorpresa y alegría, al día siguiente, supe que los padres de Gila nos habían pedido a nosotras, trabajadoras de Real Medicine Foundation, que nombráramos a la niña. ¡Qué honor! Así, escogimos el nombre de Anandini para ella, el cual significa “feliz, alegre”. Anandini nunca llora. Ha sido indiscutiblemente el mejor regalo que he recibido en India.

photo: Abuelo de Anandini

Aproximadamente a la semana de haber nacido, Caitlin, Jaimie y yo nos desplazamos a visitarla. La familia nos recibió con los brazos abiertos. Preocupadas por su condición económica y su futuro, les preguntamos a cuánto ascendían sus deudas. Nos comunicaron que para tratar a Gila habían pedido prestados a un prestamista local 1.000€ a ser devueltos con un 25% de interés: una cuantía poco significante en la sociedad occidental, pero que convierte a una familia de estas características en deudora para muchos años, tal vez también a su siguiente generación.

Yo había recibido una gran cantidad de dinero después de haber escrito un email personal la víspera de haber fallecido Gila a todos mis familiares y amigos: fue un email solicitándoles que, cada cual dentro de sus deseos y posibilidades, donaran dinero para poder emplearlo con distintos grupos colectivos con los que trabajo en India. Por ello, enseguida pensé que me encantaría ayudar a esta familia a desprenderse de esta horrible deuda. Gracias a la generosidad de Jaimie, que también se encontraba presente, y debido a que ella también ha recaudado mucho dinero de los suyos http://realmedicinefoundation.org/blog/archives/2011/03/18/voices-from-the-field-one-birthday-wish-granting-wishes-for-many-by-jaimie-shaff/, decidimos que la pagaríamos a partes iguales entre las dos. Pocos días después volvimos a su casa con el dinero, permitiendo así a la familia liberarse al menos de esta carga. Les hicimos saber que esto era algo que hacíamos independientemente de nuestra organización, debido a que la misma se centra en ofrecer recursos médicos pero no en proporcionar dinero en metálico. Vimos por primera vez a Dhana sonreír. ¡Muchas gracias a todos los que habéis hecho todo esto posible!

No pudimos resistirnos a preguntarles a los padres de Anandini en qué trabajarían en adelante. Su respuesta fue unánime: cuando ella se hiciera un poco mayor, migrarían a otros estados de India como agricultores teniendo así que abandonar su hogar, incrementando mucho el riesgo de contraer distintas enfermedades por las condiciones lamentables a las que se tienen que someter, y dejando a sus hijos mayores al cuidado de los abuelos. Esta respuesta nos dejó a todos con el corazón roto. Siendo ya conocedores del buen hacer y de la infinita calidad humana de esta familia, Caitlin y Jaimie no dudaron en ofrecer trabajo al padre de Anandini, Chhatra, como “Educador de Nutrición de la Comunidad” (CNE= Community Nutrition Educator) de nuestra organización. Chhatra, ya trabaja con júbilo en su propio pueblo y en los vecinos, de casa en casa, previniendo que otros muchos niños sean víctimas de la desnutrición o otras condiciones médicas tan fácilmente evitables que roban la vida a muchos de ellos en estas aldeas.

Naiara Tejados

Voluntaria de Real Medicine Foundation

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